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Ésta es una de las rutas más conocidas, y a pesar de ir por aquella zona con bastante frecuencia, no las conocíamos, para matarnos.
Son aproximadamente 12 kms de un camino que pese a estar empedrado, machaca bastante los tobillos, especialemte en la bajada.
Como llegamos a primera hora de la mañana, todavía estaba el ganado suelto, incluso en la plataforma. El aire era bastante frío, y eso que todavía era septiembre, pero ya se sabe que la sierra es lo que tiene, aire frío y puro.
Después del primer subidón, con rampas en zigzag, cuando ya el calor empieza a hacer mella, te encuentras la primera fuente, que se agradece porque imagínate como sale el agua de fría.
Después de rellenar nuestras cantimploras, admiramos el paisaje, y nos preparamos para continuar porque la ascensión todavía no había terminado.
El paisaje cambia completamente, te llama la atención las montañas tan picudas y con caídas bastante espectaculares. Al fondo se ve el circo, que nos dio mucho ánimo porque sabíamos que abajo ya estaba la laguna grande.
Éste fue nuestro momento propicio para comernos los bocatas, cual mejor si no?, el silencio era espectacular, solo roto por el caminar de alguna persona que iba con mochila y saco de dormir dispuesto a pasar la noche en el refugio Elola, que está al pie de la laguna.
Con la barriga y los sentidos a tope, emprendimos la vuelta, solo nos faltaba por ver las famosas cabras montesas, que no nos habíamos encontrado a la ida, pero que tuvimos suerte y si lo hicimos a la vuelta, consiguiendo la foto de un precioso macho.
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